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PETER ALTENBERG
¿Quién vivía con ese sobrenombre? Se lo leyó muy pronto, se lo alabó después, Tras una gran obra había un hombre aún más grande En la mano llevaba el corazón, Nos gritaba con fuerza y luego se callaba, Nuestro engaño embaucaba siempre con su verdad Cómo sufría y se precipitaba: Se daba y era fiel sólo a sí mismo. Como él lo veía, de lejos y de cerca, Se abría, por un lado y por el otro, la vida en plenitud, su espíritu, su estilo, ¡Qué bien la vio, cómo creía en ella Sólo una paradoja, propia de nuestro mundo: Nos ha legado con su muerte Aun desde el catafalco nos contempla Su ojo penetró en los corazones Vio, arriba, el animal, la criada, el niño; Os ofreció la vida en vano. No sois sino papel, mas él era una fuerza Él sabía bramar, y vosotros sois mudos. Cómo me calentaba yo a su lado.
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